Todo sabemos que conducir puede llegar a ser una experiencia placentera. Afrontar una carretera bien asfaltada, contemplar un paisaje idílico, escuchar buena música… pero no por ello deja de entrañar riesgos, algunos de ellos importantes. A nadie se le escapa que debemos adaptar nuestra conducción a determinadas circunstancias, como por ejemplo la densidad de tráfico que haya, el estado de la vía o la meteorología.
Y precisamente de este último aspecto vamos a hablar hoy. Porque la maravillosa experiencia de conducción que describíamos al principio puede torcerse rápidamente en un día de niebla, nieve o lluvia. Así pues, hoy vamos a repasar 5 consejos para conducir con lluvia que te pueden salvar de más de una situación comprometida.
Revisa las escobillas y los cristales

Lo primero que hemos de hacer es asegurarnos de que nuestro coche está en perfectas condiciones para circular sobre asfalto mojado o bajo una tormenta intensa. Los limpiaparabrisas son nuestro mejor aliado, ya que eliminan el agua del cristal delantero y nos permiten ver lo que sucede delante. Es por ello que debes asegurarte de que las escobillas limpien bien y sin dejar ningún rastro. Si hacen ruido o dejan marcas es momento de cambiarlas. Afortunadamente son baratas, así que no te lo pienses mucho porque vale la pena.
Del mismo modo conviene tener todos los cristales del coche limpios, especialmente por dentro. Esto, que ya es importante en un día soleado, resulta especialmente relevante cuando llueve. La visibilidad se reduce notablemente, y un cristal sucio tiende a empañarse con mucha más facilidad. Además, tenerlos limpios es baratísimo: tan solo necesitas un limpiacristales y un trapo (o incluso papel de periódico).
Los neumáticos, siempre en buen estado

Los neumáticos son el único elemento del coche que están en contacto permanente con el asfalto, así que si este está mojado tienen más importancia que nunca. Si has seguido nuestros consejos para alargar la vida de los neumáticos es muy posible que los tengas en buen estado, pero por si las moscas vamos a repasar algunos aspectos fundamentales.
De entrada, es importante que tengan la presión correcta para lograr que la banda de rodadura mantenga un contacto uniforme con el asfalto y sea capaz de evacuar tanta agua como sea posible. Por otra parte hay que estar muy atento a la profundidad del dibujo de las gomas, que tiene que ser como mínimo de 1,6 milímetros.
Enciende las luces y conduce a la defensiva

Tenemos las escobillas bien, los cristales limpios y los neumáticos en buen estado. Perfecto, nos ponemos en marcha. Lo primero que hay que hacer es encender las luces independientemente de la hora que sea. Hay que tener en cuenta que bajo la lluvia la visibilidad se reduce notablemente, por lo que circular con las luces encendidas aumenta la seguridad. Es recomendable que las actives tú manualmente, ya que a veces las luces automáticas no se encienden porque no detectan falta de luz.
Por otra parte es imprescindible que tu conducción sea tranquila y sosegada, sin aceleraciones o frenadas bruscas ni cambios de dirección repentinos. Además, debes aumentar la distancia de seguridad con el vehículo que te precede.
Mucho ojo cuando empieza a llover

La lluvia intensa es peligrosa, pero también entraña sus riesgos el momento en el que empieza a llover (especialmente si lleva mucho tiempo sin hacerlo). Hasta que la propia lluvia limpia la carretera, las primeras gotas se mezclan con la suciedad, el polvo, el aceite, la grasa y el combustible que cae sobre el asfalto y crea una «pasta» que resulta tan resbaladiza como el hielo. Además es doblemente peligrosa porque, al llover poco, todavía no desconfiamos del agarre disponible.
También es importante que evites pasar por encima de las líneas de la carretera, tapas de alcantarilla u otras superficies que no sean asfalto, ya que patinan mucho más. Fíjate en lo que hacen los pilotos, ¡evitan pisar los pianos pintados tanto como pueden!
Si tienes «aquaplanning» no hagas movimientos bruscos

Si pese a seguir todos estos consejos para conducir con lluvia la cantidad de agua es tan grande que se produce el temido «aquaplanning», lo más importante es no perder la calma y tratar de controlar la situación. Es un momento complicado porque el coche va literalmente flotando por encima de una película de agua que nos hace perder el control, pero por suerte los charcos no son eternos y en un momento u otro volveremos a conseguir adherencia.
Para estar preparado para ese momento es fundamental agarrar el volante con firmeza y evitar tocar los pedales. No aceleres ni frenes, simplemente deja que el coche fluya hasta que, en un momento u otro, recupere la tracción.
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